La noche del 8 al 9 septiembre y en plena pandemia , ardió el campo de personas refugiadas de Moria en la isla griega de Lesbos . El campo de migrantes más grande de Europa acogía en el momento del siniestro a 12.700 personas , hombres , mujeres y niños , aunque había sido creado solo para albergar a 2.800 .
SALUD MENTAL Y SUICIDIOS
Durante algo más de dos semanas los damnificados vivieron en las calles y fueron atendidos por las autoridades y diversas ONG . Las personas refugiadas y los nuevos solicitantes de asilo fueron reubicados en otro centro de identificación y recepción llamado Mavrovouni , en un antiguo campo militar al lado del mar . Aunque se ha construido este nuevo campamento en la isla de Lesbos , las condiciones de vida allí siguen siendo muy precarias y el trabajo de las ONG es cada vez más difícil . La salud mental de algunas de las personas refugiadas que vivieron los incendios ha empeorado notablemente , en lo que va de año según datos de Médicos sin
Fronteras ( MSF ). Las precarias condiciones en las que viven las personas bloqueadas en los campos de Lesbos y Samos están repercutiendo severamente en su salud física y mental , según denuncia la ONG Médicos sin Fronteras ( MSF ). Los síntomas del trastorno de estrés postraumático y del trastorno depresivo se encuentran entre los más predominantes , llegando a cerca o más del 50 % tanto en pacientes pediátricos como en los adultos . “ El año pasado MSF trató a 50 niños con ideas suicidas graves . La responsable resaltó que desde que comenzó el 2021 se han producido tres intentos de suicidio entre varios menores refugiados que han tratado de ahogarse , cortarse la venas o ingerir pastillas .
PROTEGER Y AYUDAR A LOS REFUGIADOS
A raíz del incendio los líderes de la Unión Europea prometieron « no más Morias » y « un nuevo comienzo » en materia de migración . Sin embargo , las promesas han quedado en papel mojado , la Unión Europea y sus Estados miembros continúan negando la dignidad